“La Argentina es el país que tiene una Asociación en donde la Corte Nacional de Honor perdió la justicia social, algunos Consejeros perdieron la ética, los Dirigentes perdieron la Dignidad y los Scouts perdieron la esperanza. ¿Por qué vas a pedirle coherencia a Scouts de Argentina?”, sentencian los más viejos.
La sentencia cobra más sentido cuando, haciendo un rápido zapping en época de campañas proselitistas y asamblearias, uno encuentra situaciones inverosímiles, las que deben soportar apelando en sus fueros internos al lema “todo sea por un voto”. En nombre de las campañas Rodolfo Escalada posó junto a la estatua de la Ética en Rosario; Gabriel Paccioretti caminó miles de kilómetros perdonando a los grupos deudas con la Asociación; José Pepe Dragán iluminó con sus correos en Miscelánea y todo lo que huele al Jamboree “es el culpable de todo”. El tiempo de las Ceremonias con algunas concurrencias -en lugares de gran carga simbólica y apelaciones sentimentales- quedó atrás, quizás para siempre.
Más allá del humor, lo cierto es que nada o casi nada ha quedado librado al azar. El espacio de difamación e injusticia es en realidad el escenario sobre el que se monta el sketch a representar en la próxima Asamblea. Para esto algunos de los candidatos -confesos o no- toman clases de oratoria, teatralización y adecuan su discurso a los oídos a los que va dirigido. Cada uno de estos pasos -no aprendidos en la vida Scout pero asimilados durante la carrera de Noviembre- proviene de las mentes creativas, calculadoras y minuciosas de los expertos en el nuevo arte del marketing de la injuria.
¿Publicar algunos informes con clave y otros no creemos que no garantiza la Justicia, más cuando se afecta directamente a personas? ¿Que la documentación llegue tarde es parte del manejo de la información para perjudicar a los “acusados” en su legítima defensa?
Estamos cansados de estar velando los restos de la Justicia en Scouts de Argentina y de visitar el cementerio de los Valores.
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