En 1891 el escritor norteamericano Morgan Robertson publicó la novela “Futility”. En ella un trasatlántico británico llamado “Titán”, choca durante su primer viaje contra un iceberg y se hunde. Carece de suficientes botes salvavidas, transcurriendo la acción en abril, en el Atlántico Norte. El barco y la historia de la ultima Corte Nacional de Honor guarda un parecido impresionante con el “Titanic”, aunque es menor en cuanto a tamaño, veroscimilidad, cantidad de pasajeros y número de víctimas.
La arrogancia, el exceso de confianza, el menosprecio a la verdad natural y la negligencia de quienes estaban al mando de esa CNH, provocó la tragedia: la honorabilidad paso a ser un salvavidas.
En la busqueda de botes salvavidas por el efecto Diego Tanco, es inminente las renuncias de Carlos Cesio y Betty Barcenas, en concordancia con el menosprecio a la verdad del diario Irigoyenista escrito por el mencionado y publicado por su socio Nestor Juliano.
Como en lo escrito en el libro de Walter Lord en "The Night Lives On": “en 1912, las personas tenían confianza. Ahora nadie está seguro de nada, y cuanto más inseguros nos volvemos, más añoramos la época dichosa en que conocíamos todas las respuestas".
El Titanic o la Corte Nacional de Honor simbolizan esa época o, lamentablemente, su final. Cuanto peor se ponen las cosas ahora, más pensamos en esos barcos y en todo lo que se esta hundiendo con él.
El Titanic o la Corte Nacional de Honor simbolizan esa época o, lamentablemente, su final. Cuanto peor se ponen las cosas ahora, más pensamos en esos barcos y en todo lo que se esta hundiendo con él.
No comments:
Post a Comment