Después de algunos años de aquella Asamblea del 2004 que nos partió la existencia, quizá sea tiempo de que los Scouts discutamos algunas cosas que hasta ahora hemos eludido. Eso, claro, si queremos pasar a la historia como una generación que hizo algo más que "hablar en Misceláneas o despotricar con la Patrulla". No es que ese axioma tenga poco valor, sobre todo visto desde estos tiempos escasos de utopías, pero parece insuficiente para definir a las Indabas actuales que se propuso tanto y desafió tantas cosas; como los que se revelan a recibir de los “progres” ordenes muy cuestionables donde les indican o les ordenan a los integrantes de las comisiones: de esto se habla, de esto no se habla (sic).
Al victimizarse se clausura por prepotencia de autocompasión, cualquier alternativa de debatir los verdaderos cambios que se deben realizar y que los actuales dirigentes necesitan para que la aplicación del programa no se convierta en la tragedia de la que fueran protagonistas los que no quieren dar respuestas.
Nadie discute con mártires. Nada más alejado de la dialéctica, ni más conservador y reaccionario que la pretensión de cerrar la historia. Nada más estúpido que invitar a los nuevos dirigentes a repetir la misma lección.
La semana pasada, en su interesante intervención del Ruso Gurovich columna vertebral de la izquierda política del barrio de Flores aludió a una frase, expresada hace muy poco en un encuentro: "Más que derrotados, fracasamos y además, no toleramos recibir la menor crítica. Justo nosotros que crecimos criticando todo".
Hoy lo tenemos como el moderador de la lista de las miserias y es más en estos tiempos urgentes, de revoluciones instantáneas, es uno de los que apuesta por no evitar el aventurerismo o el "infantilismo", brega para que nuestros aportes se conviertan en tragedia, como finalmente quiere que suceda como antesala a la próxima Asamblea.
Es decir los seudos, no se cristalizaron en el recuerdo ni se evaporaron en la desbandada: quieren más.
No hay que confundir a los verdaderos dirigentes. En ningún sentido. Sólo tienen para con los pibes de la Asociación su compromiso social y hay que ayudarlos.
Un dirigente de Manada nos decía: “En cada reunión por las Indabas siento el mismo dilema hay gente con la que no quiero compartir mi dolor, mi homenaje, mi congoja. Ni Arroyo que incita a los jóvenes a quemar SA, ni con matones como Rino y encapuchados como Germán, ni con arrepentidos de último momento como Ana Zacco, ni con revanchistas de la edad de Tanco que fomentan comedias que luego culminan trágicamente. Esos no son mis hermanos. A esos ya los padecí cuando estaba en la Tropa Scout. En cambio hay mucha gente honesta con la que me gustaría encontrarme. Gente que tiene algo más que lágrimas o resentimiento para ofrendar y esa gente está en los Grupos Scouts".
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