Thursday, January 25, 2007

Réplicas venenosas en la Boca del infierno.

Réplicas venenosas.
Recibí un correo de mi amigo Diego Guellin que transcribía sobre el escritor J. Russel Lynes, ex editor de la revista Harpers, quien prescribe varios antídotos contra el insulto: “La única forma elegante de aceptar un insulto es ignorándolo; si no puede ignorarlo, respóndalo; si no lo puede responder, ríase de él y, si no puede reírse de él, es probable que se lo merezca”.
La Boca del infierno.
Al compararlo con la realidades de nuestra asociación los miseriánicos se lanzan a la carrera de los insultos, en un suspiro estarían llenando varias carillas con insultos y condenas. Nos encontraríamos luego frente a un correo del fantasmagórico moderador, Mauricio "Ruso" Gurovich solicitando bajar el tenor de los mismos. Siempre y cuando no sean los de su lista de amigos, claro. O entrar en los Blogs dónde sólo mueven la cola y nada más. De todas maneras no nos llama la atención la falta de conciencia que hay en SA en dejar en manos de ausentes e incapaces la moderación de un foro que se encamina por un paseo peligroso hacia el "cementerio de animales" en desmedro de la verdadera discusión.
Ahora ¿la reacción sigue el mismo rumbo que el agravio de UTEDyC a la casa scout, dónde su delegada sigue pensando que puede estar haciendo algo infinitamente más agradable fuera de la calle Libertad y en los brazos de su novio compartiendo las sucias ganancias por los pagos de las indemnizaciones? Todo indica que sí. La frenada de sus ínfulas y el envío de disculpas a tiempo por parte del Secretario General del gremio hizo titubear a los mismos empleados en seguir bajo el mismo manto sindical que propugnan presentaciones de desafiliaciones voluntarias, lo cual conlleva a que "el poder" de la Delegada se reduzca a los mismos efectos que produce la Kriptonita.
En cualquiera de los dos casos, replicas venenosas o desde la boca del infierno, se me ocurren mil propuestas en que entretenerse en vez de revisar los rincones oscuros o llenarse de escultismo desde una esquina espiando como trabajan los demás. Ahora ¿"ayudar"? Nada; solo les queda agradecer a los que laburan en silencio y en paz sin esperar recompensa ni alabanza. Sólo palabras. De eso no se habla.

Enrique Muñoz
Redactor

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